A principios de los 80 se popularizó en la industria cinematográfica norteamericana el llamado product placement o publicidad por emplazamiento (aunque su bagaje se inicia mucho antes). Esta modalidad de comunicación publicitaria, consistente en integrar en una narrativa (preponderantemente audiovisual) un producto, tiene sus adeptos y sus detractores (como sin duda ya habréis notado).
Largometrajes como E.T., Blade Runner, Regreso al futuro II, Jurassic Park, El club de la lucha o Yo, robot, entre muchos otros, cuentan con la aparición de conocidas marcas en sus fotogramas. Hoy en día se contempla el product placement como una opción más que recomendable a la hora de financiar películas con un elevado presupuesto y a su vez una amplia proyección.
Al señor Lynch hablarle de product placement es hablarle de prostituir su obra. Para un cineasta que tardó cinco años en terminar su primer film (en el que realizó las tareas de director, productor, guionista, compositor de la banda sonora y editor), una obra que pudo terminar solamente gracias al apoyo económico del AFI (American Film Institute), de familiares y de amigos y que actualmente se encuentra entre las películas elegidas por su “relevancia cultural, histórica o estética” para ser conservadas en la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos, el product placement representa una afrenta. Así lo manifiesta, sin florituras ni elocuencia, de forma vehemente y con contundencia. Olé él.
Wilhelm Von Wonka
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada